Salieron a bailar.
Lo perezosamente vertiginoso del ritmo cotidiano, lo
desconsideradamente compañeros en el encuentro, lo previsibles en sus sorpresas,
lo habituados a sus besos.
Todo aquello hacía que olvidaran lo sano de su abrazo mientras
bailaban. El tono que adquirían sus músculos, el movimiento de sus pelos, la suavidad
de sus pieles, el contoneo de sus cuerpos.
Y el amor que encontraba la cama al llegar de aquel puntual
encuentro.
Esa noche salieron a bailar.
Era día de aguinaldo, de cerveza y de reencuentro …
Era día de aguinaldo, de cerveza y de reencuentro …

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